En la actualidad, vivimos una situación de emergencia climática sin precedentes que resulta de la presión excesiva sobre elementos críticos del sistema planetario. Esta crisis global, social y ecológica, incluye la desertificación de regiones enteras, tormentas e inundaciones nunca vistas, olas de calor y de frío extremas, pero también el incremento de las desigualdades, migraciones masivas o incluso guerras. El medio marino se sitúa como un elemento crítico tanto en lo relativo a las causas como a las consecuencias de la crisis global. Ciertamente, el medio marino es el principal generador de oxígeno en el planeta, alberga la mayor parte de la biodiversidad existente y supone una serie de beneficios sociales críticos que van desde la regulación global del clima hasta la generación de empleo y bienestar social. Por este motivo, los estudios sobre economía azul se han multiplicado de forma exponencial en la última década. Sin embargo, hoy en día, el conocimiento existente sobre cómo mitigar el cambio y adaptarse a la nueva realidad es insuficiente. Un conocimiento que está en buena medida limitado por la dificultad de comprender la realidad social y de legitimar los procesos de cambio sociales y políticos. Transitar hacia una economía azul justa y sostenible únicamente es posible si se integran las demandas y necesidades sociales con los conocimientos técnicos. En este contexto, la ciencia ciudadana es un mecanismo indispensable para generar conocimiento y legitimar los procesos de cambio social y político necesarios.